LANZAMIENTO: La ANH replantea la ética de la relación terapéutica

5 de mayo de 2023

Fecha:5 de mayo de 2023

Secciones de contenido

  • Por qué debe replantearse la ética médica 
  • Las 12 proposiciones
  • Debate

 

"El mundo no necesita más médicos inteligentes, necesita más médicos cálidos y sabios. Sea el sabiduría propia - Sea usted mismo el calor y sea el médico que los médicos han olvidado ser, porque es hora de salvar la medicina, de salvar a la humanidad".
-Abhijit Naskar (neurocientífico), Es hora de salvar la medicina (2018)
 

Por Robert Verkerk PhD
Fundadora, Alianza para la Salud Natural
Director ejecutivo y científico, ANH-Intl y ANH-USA

Pocos de nosotros no habremos experimentado, presenciado u oído hablar de una o más parodias profundamente perturbadoras de la ética médica en los últimos tres años. La semana pasada escribimos un artículo sobre algunas de estas cuestiones.

¿Quizás esté al tanto de las violaciones del respeto a la autonomía o la intimidad de las personas? ¿O del fracaso de las autoridades sanitarias o de los centros de vacunación a la hora de ofrecer al público un consentimiento debidamente informado? Aunque los mandatos distaban mucho de ser universales en todo el mundo, muchos de nosotros éramos muy conscientes de la forma en que se conseguía el consentimiento coercitivo a los procedimientos médicos en ausencia de información pertinente que probablemente habría cambiado en gran medida la percepción pública del perfil de riesgo/beneficio que, según descubrimos, era bien conocido, aunque no compartido públicamente, por los fabricantes de productos, los organismos reguladores y las autoridades sanitarias. Quienes se negaban a dar su consentimiento a menudo se enfrentaban a la discriminación, incluida la pérdida de sus medios de subsistencia.

Estas asombrosas violaciones de la ética nos obligan, como a nuestros antepasados tras el Holocausto, a replantearnos la brújula moral que utilizamos para guiar nuestros pasos en la búsqueda de la salud, la resistencia y el bienestar. Quizá nos sintamos obligados a reevaluar la ética en torno a la atención sanitaria, menos por nosotros mismos y más por las generaciones futuras.

La querida amiga, de origen croata, coordinadora de la Cumbre Mundial sobre el Covid, médico de familia estadounidense (residente en Texas), Dra. Katarina Lindley sintió tal inspiración. Durante la colaboración habitual que mantenemos la Dra. Lindley y yo en cuestiones de bioética durante el punto álgido de la crisis del covid-19 (2020-22), me sentí muy agradecida de que me pidiera que aportara mi contribución a su maravilloso informe de 13 puntos. Juramento de un Medicusaplicables específicamente a los médicos. Todos los puntos, y más, del Dr. Lindley Juramento de un Medicus se tienen en cuenta en nuestro marco general. Sin embargo, nuestro trabajo actual, que ha sido el pilar central de la labor de Paraschiva con nosotros como facilitadora de la misión desde que se incorporó a la ANH-Intl hace unas semanas, incluye mucho más contexto y aclaraciones en torno a cada punto, incluida la explicación de los antecedentes. Como ocurre tan a menudo en bioética, el diablo está en los detalles... ¡y en la interpretación!

 

>>> Descargue el informe completo de ANH sobre La relación terapéutica (Pilar 1). Salud y ética: Un nuevo marco (2023). Autores principales: Verkerk R, Florescu P. Alianza para la Salud Natural Internacional.

 

 

>>> Descargue el informe completo de ANH sobre La relación terapéutica (Pilar 1). Salud y ética: Un nuevo marco (2023). Autores principales: Verkerk R, Florescu P. Alianza para la Salud Natural Internacional.

 

Por qué debe replantearse la ética médica

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha anunciado hoy el fin del estado de emergencia por COVID-19. Lamentablemente, eso no significa que podamos volver a nuestras costumbres anteriores a 2020. Ni mucho menos. Gran parte de la arquitectura y del proceso que quita autonomía a los individuos y se la entrega al estado, seguirá en pie. Piense en el modelo con el que están trabajando más bien como una escalera; cada nueva crisis nos acerca cada vez más a un lugar orwelliano de control de muchos, por unos pocos.

Éstas no son las únicas razones por las que no podemos permitirnos dejar de lado la ética aplicada a nuestra salud. Hay al menos otras dos grandes razones.

Una es la rápida transición hacia una centralización y globalización del poder político. En términos de salud pública, esto significa que se espera que la OMS, que no rinde cuentas, no ha sido elegida y está financiada en gran medida por el sector privado, se siente a la cabeza. Las enmiendas propuestas al Reglamento Sanitario Internacional (2005) que se están negociando actualmente (más sobre esto la semana que viene) intentarán conseguirlo. Si no hay oposición, esto tendrá un gran impacto en las formas en que se esperará que los congéneres humanos que siguen atados a las maquinaciones del Estado gestionen su salud. Sin un esfuerzo concertado para contrarrestar la tendencia actual hacia el control global de la sanidad pública, los principios básicos de la libertad civil, como los derechos a la intimidad, la autodeterminación y la libertad, así como el principio de autonomía, aceptado como piedra angular de la ética médica, quedarán todos en el olvido...

La segunda razón está relacionada con la magnitud de la desinformación institucionalizada sin precedentes y la manipulación psicológica del público que ha acompañado al enfoque miope para hacer frente a una pandemia que casi con toda seguridad fue desencadenada por la investigación de ganancia de función. Para ello ha sido fundamental el despliegue a gran escala de experimentos biología sintética a base de medicamentos profilácticos que convierten nuestros cuerpos en fábricas de fármacos. Las plataformas de vacunas de ARNm y de vectores adenovirales se han introducido en un clima en el que los gobiernos y las autoridades sanitarias propagaban deliberadamente el miedo y la propaganda para asegurarse un público obediente y sumiso.

>>> Lea la carta abierta del Dr. Christian Buckland a Rishi Sunak sobre cómo el Gobierno del Reino Unido falló a su público

En un mundo en el que la disidencia científica ha sido sofocada y las empresas de medios sociales se han convertido en las ejecutoras de la expresión pública permitida, la mayoría sigue sin ser consciente de la magnitud del cambio que supuso la introducción masiva de las tecnologías de ARNm y adenonovirales. En efecto, estas tecnologías se han "normalizado" en condiciones muy anormales, al menos parcialmente orquestadas. Sin embargo, son tan fundamentalmente diferentes de los medicamentos y vacunas que les precedieron, que no está en absoluto fuera de los límites de la posibilidad de que estas tecnologías basadas en genes puedan contribuir a una bifurcación evolutiva adversa.

Éstas son algunas de las inquietantes y singulares circunstancias que desencadenaron nuestro trabajo de construcción de un nuevo marco para la salud y la ética, adecuado a nuestra época actual. El marco tiene 8 pilares, y hoy, estamos encantados de poder dar a conocer el primer pilar, relativo a la importantísima relación entre un profesional sanitario y su paciente o cliente.

 

 

Extractos del informe

Las 12 proposiciones

  1. Autonomía. Respetaré la autonomía de todas y cada una de las personas a mi cargo reconociendo plenamente su derecho a la autodeterminación, así como sus necesidades y preferencias. Esto requiere que guíe, en lugar de dictar, al tiempo que permito a los que están a mi cuidado la libertad de tomar decisiones informadas y libres de influencias indebidas.
  2. Consentimiento informado. Buscaré el consentimiento informado del individuo antes de tomar o recomendar cualquier acción que pueda influir en la salud de un individuo a mi cargo. Facilitaré la comprensión holística por parte del individuo de las cuestiones en juego, así como un entorno propicio para la toma de decisiones compartida. Comunicaré información relevante e imparcial sobre todas las opciones disponibles, incluidas las consecuencias más probables de las distintas opciones, de forma que se entiendan claramente. Si el paciente o cliente no tiene capacidad para dar su consentimiento de acuerdo con las directrices prescritas para la evaluación de la capacidad, me aseguraré de que el consentimiento sea dado por un responsable de la toma de decisiones designado o por una persona que tenga responsabilidad sobre el individuo. Sólo en casos de emergencia, y cuando no haya capacidad ni persona responsable disponible, procederé con el tratamiento que considere, según mis conocimientos y experiencia profesionales, que es lo mejor para el individuo. A partir de entonces, y tan pronto como sea razonablemente posible, me esforzaré por obtener el consentimiento, directa o indirectamente, según la capacidad, para cualquier acción adicional que pueda influir en la salud del individuo.
  1. No maleficencia ("evitar el daño"). Haré todo lo que esté en mi mano para adherirme al principio bioético de no maleficencia, asegurándome de que cualquier acción emprendida, decisión tomada o recomendación dada mientras esté bajo mi cuidado, evite, prevenga o minimice el daño a la persona. Esto requiere que las opciones relevantes y disponibles se sopesen y consideren suficientemente en el contexto de una relación terapéutica basada en la confianza y el respeto, que incluya la toma de decisiones compartida. Mantendré los intereses y el bienestar del individuo en el centro de todas mis acciones, decisiones y orientaciones, a la vez que tomaré todas las precauciones que ayuden a evitar, prevenir o minimizar el daño potencial.
  1. Beneficencia ('hacer el bien'). Seré diligente en la aplicación de mis conocimientos, habilidades, experiencia y atributos, de forma que se persiga optimizar la salud, el bienestar y la calidad de vida de las personas a mi cargo. También seré diligente en la actualización y el avance de mis conocimientos y habilidades profesionales a tal efecto. Seré respetuoso, amable, considerado, atento y compasivo en todo mi trato con las personas a mi cargo. Consideraré la relación como una relación de colaboración. 
  1. Equidad y justicia. Actuaré de acuerdo con los principios bioéticos de equidad y justicia garantizando que, a lo largo de mi vida profesional y en la medida en que sea razonablemente posible, respetaré el derecho de todas las personas a la salud y a la asistencia sanitaria, al tiempo que trataré a los demás como iguales y también les dispensaré un trato equitativo. A la hora de repartir justicia, tendré debidamente en cuenta las necesidades y capacidades de la comunidad y el entorno que rodean a los individuos a mi cargo.
  1. Práctica sin conflictos. Situaré los intereses de mi cliente o paciente en el centro de todas mis acciones relacionadas con la función terapéutica. Me esforzaré, dentro de los límites de mi formación profesional, habilidades y experiencia clínica, por garantizar que cada cliente o paciente reciba un servicio médico cualitativo y cuantitativo del más alto nivel. Nunca me aprovecharé de ningún cliente o paciente para favorecer mis propios intereses personales, financieros o de otro tipo, ni los intereses de ningún tercero, ya sea una organización, empresa, institución, autoridad o gobierno. 
  1. Integridad y responsabilidad. Seré responsable y actuaré con integridad, tanto profesional como personal, en todas y cada una de las relaciones con mis clientes o pacientes, independientemente de las circunstancias o los retos a los que me enfrente. Esto incluye ser directo y honesto, al tiempo que hago todo lo posible por mostrar coherencia en mi práctica. Garantizaré la coherencia entre los principios y la acción. Además, evitaré comprometer mis juicios profesionales a causa de prejuicios, conflictos de intereses o la influencia indebida de otros.
  1. Apertura y transparencia. Promoveré la transparencia diciendo siempre la verdad no sólo con mis palabras, sino con mis pensamientos y acciones. Comprendo la importancia de crear y mantener la confianza en la relación con cada uno de mis pacientes o clientes. Me aseguraré de si cada uno desea o no conocer información específica, como un diagnóstico o un pronóstico, y actuaré siempre de acuerdo con sus deseos, suponiendo que éstos estén en consonancia con esos y otros principios generales de la bioética. Siempre revelaré cualquier error que pueda afectar, o haya afectado, a mis clientes o pacientes, y nunca retendré u omitiré ninguna información de la que tenga conocimiento o intuya que el paciente o cliente desearía conocer. No dudaré en pedir consejo o remitir a otros profesionales sanitarios cuando esté claro que ello redundaría en beneficio de la salud o el bienestar de mis pacientes o clientes.
  1. Privacidad y confidencialidad. Respetaré la intimidad de mi paciente o cliente y no divulgaré ninguna información personal fuera del ámbito de la consulta, salvo en circunstancias excepcionales, en las que mantener la confidencialidad pondría al paciente o cliente o a otra persona en grave riesgo de sufrir daños. Me aseguraré de que el paciente o cliente tenga pleno acceso y propiedad de sus datos relacionados con la salud, así como el derecho a determinar cómo, cuándo y durante cuánto tiempo se compartirán datos sanitarios específicos con cualquier otro profesional sanitario o terceros.
  1. No discriminación. No discriminaré por motivos de edad, sexo, orientación sexual, patrimonio, nacionalidad, genética, origen, religión, creencias, discapacidad o capacidad, afiliación política, posición social o cualquier otra característica. Tampoco violaré los derechos fundamentales ni las libertades civiles de las personas a mi cargo. Trataré a todos mis pacientes y clientes con compasión y les ofreceré el mismo y elevado nivel de atención. También honraré la diversidad y la autenticidad de aquellos a los que cuido.
  1. Respeto de la dignidad de unaa vida y los sistemas naturales. Respetaré la dignidad y el valor inherente de la naturaleza y de todos los seres vivos. Esto puede extenderse a mi reconocimiento de una dimensión espiritual para los humanos, posiblemente así como para otros seres vivos. Reconozco las interacciones entre los seres vivos, independientemente de su forma o tamaño, así como su papel a la hora de ayudar a mis pacientes o clientes a regenerar o equilibrar los numerosos procesos que dan lugar a la salud, la resistencia y escucharé activamente a mis pacientes o clientes para comprender cada una de sus opiniones, sistemas de creencias, necesidades, deseos y preferencias, todo lo cual respetaré a través de mi compromiso de apoyar su curación.
  2. La reciprocidad en las relaciones humanas. Me comprometo a asumir la plena responsabilidad del cuidado de mi propia salud; física, psicológica, emocional y espiritualmente. Seré consciente de mis propias limitaciones en mi autocuidado y, cuando y donde sea necesario, me aseguraré de buscar el apoyo o el consejo de otras personas. Reconozco el principio de reciprocidad en las relaciones terapéuticas, y que mi capacidad para ayudar a mis pacientes o clientes se verá comprometida si no he hecho de la gestión de mi propia salud y bienestar una prioridad en mi vida.

Debate

Los códigos éticos son instrumentos que no deben ser estáticos. Por el contrario, deben ser flexibles y adaptables, satisfaciendo las necesidades de un mundo en constante cambio. Komparic y sus colegas (2023) sostienen que son "documentos vivos, situados sociohistóricamente, que comprenden una mezcla de contenido prescriptivo y aspiracional". Estos códigos se basan en principios que han demostrado ser pertinentes de forma constante a través de los tiempos, desde los textos más antiguos hasta la era contemporánea. Aunque la sociedad es dinámica, los principios morales que determinan lo que es correcto o incorrecto, bueno o malo, justo o injusto, tienden a permanecer constantes, ya que reflejan la esencia de lo que está en el corazón del ser humano.

Las infracciones ampliamente difundidas de principios bien reconocidos de ética médica han sido especialmente frecuentes desde que se anunció la pandemia de COVID-19 a principios de 2020. Dichas infracciones incluyen el incumplimiento habitual del consentimiento informado en ausencia de coacción y la denegación de protocolos de tratamiento precoz que habían solicitado pacientes con enfermedad grave por COVID-19 y que habían demostrado ser beneficiosos con un riesgo mínimo de daños colaterales. Este último incumplimiento se vio agravado por la presión generalizada de las autoridades sanitarias, que amenazaban con retirar la licencia médica a los médicos si se desviaban de los estrechos límites de unas recomendaciones fuertemente influidas por intereses creados.

Este primer pilar del nuevo marco de la ANH esboza 12 principios y proposiciones para los profesionales sanitarios, aplicables a su relación con las personas a las que apoyan o están a su cuidado. Este pilar se basa en los cuatro principios esbozados inicialmente por Beauchamp y Childress en 1979, a saber, autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia.

Sin embargo, en la época actual, en la que la brújula moral que ha guiado durante mucho tiempo nuestro enfoque de la gestión de la salud humana parece haber sido dejada de lado, estos principios ya no son suficientes. Sobre todo si queremos hacer un esfuerzo decidido por revigorizar la conexión y la "luz" que pueden generarse entre dos seres humanos y el mundo que nos rodea, las dos relaciones curativas más duraderas y eficaces que conocemos en nuestro planeta.

Debemos ir más allá de un simple código de conducta sobre la forma en que los profesionales interactúan con sus pacientes o clientes. Como subrayaron los grandes médicos y filósofos del pasado, la práctica médica también debería tener en cuenta aquellas virtudes y elementos de carácter que se han asociado desde hace mucho tiempo con una curación consistentemente impresionante, una noción a la que hoy podríamos referirnos, de forma un tanto insulsa, como "mejor práctica". Dichos profesionales defienden sistemáticamente rasgos o valores como la fiabilidad, la autodisciplina y la "humanidad" (Tsai, 1999).

En el código actual, se diferencia entre un "principio" y una "proposición". En este caso, los principios son generalizados y pretenden esbozar el objetivo perseguido. La "proposición" traduce este principio en un voto o compromiso, que puede ser acordado por los profesionales sanitarios que se alineen con el código. La proposición también pretende ofrecer una interpretación del principio que reduzca la ambigüedad y sea practicable. Los acuerdos pueden ser informales o pueden estar formalizados por clínicas, otros sistemas sanitarios o asociaciones de profesionales.

La ética médica hunde sus raíces en antiguas tradiciones que plasmaron sus valores éticos en la palabra escrita. Especialmente destacados fueron los escritos de los antiguos médicos y filósofos griegos, así como los antiguos textos del Ayurveda y la medicina tradicional china.

Algunos de estos mismos principios, como la santidad de la naturaleza y de otras formas de vida, también prevalecen en muchas culturas indígenas y se han transmitido de generación en generación. En las culturas aborígenes, la cultura viva más antigua que se conoce, "en el país, los seres humanos y la naturaleza, y la naturaleza y la cultura, no se consideran separados, sino que están entrelazados en todo tipo de relaciones" (Weir, 2012). Basándose en sus muchos años de trabajo aprendiendo a comprender la conexión entre los aborígenes y la tierra (la naturaleza), la difunta antropóloga Debbie Bird Rose escribió que los humanos y toda la naturaleza existen como sistemas ecológicos compuestos por seres conscientes que se comunican, actúan y reaccionan, y "se adhieren como una cuestión de interés propio y libre albedrío al mismo conjunto de entendimientos" (Rose, 1992).

A lo largo de la historia occidental, los filósofos adoptaron diversas teorías morales que reflejaban las perspectivas propias de su época y lugar. Por ejemplo, JS Mill sostenía que el utilitarismo era el camino hacia la felicidad y la realización de la sociedad en su conjunto. Kant, por el contrario, propuso la deontología, que pretende aplicar las mismas reglas a todos independientemente del resultado a través de su "principio[s] supremo[s] de moralidad" (Amer, 2019).

En la práctica, estas teorías han conducido a menudo a soluciones contradictorias de los dilemas morales. Este código intenta reunir todos los principios clave pertinentes a la relación terapéutica, tomando elementos de los antiguos, al tiempo que intenta proporcionar una brújula coherente y directa que ayude a guiar el enfoque, los comportamientos, los valores y las virtudes que la historia nos dice que optimizarán la relación diádica entre los profesionales sanitarios y sus pacientes o clientes.

La práctica médica occidental moderna afirma que la autonomía es su núcleo, y que el paciente es el centro de la toma de decisiones. El cuarto de los siete principios de la Constitución del Servicio Nacional de Salud (NHS) de Inglaterra establece: "[El NHS] debe apoyar a las personas para que promuevan y gestionen su propia salud. Los servicios del NHS deben reflejar las necesidades y preferencias de los pacientes, sus familias y sus cuidadores, y deben coordinarse y adaptarse a ellas."

Desgraciadamente, este principio clave se ignora a menudo en la práctica médica dominante contemporánea. En su lugar, aún encontrará comúnmente el enfoque más paternalista de antaño, en el que los médicos toman decisiones en nombre de sus pacientes (actuando como "dioses" y no como "guías"). Peor aún, también encontrará muchos casos en los que las opiniones de las autoridades sanitarias, éstas a menudo muy influidas por los intereses farmacéuticos, se convierten en los principales determinantes del enfoque médico. Otro rasgo cada vez más común de la práctica médica dominante es la desconexión -desconexión entre las personas y con la naturaleza-, una tendencia que puede verse acentuada por los estilos de vida modernos y 'desconectados' y la creciente dependencia de la tecnología, incluidos los sistemas digitales y las consultas a distancia.

Existe una necesidad urgente de replantear el marco ético en torno a la práctica médica. Una práctica clínica eficaz, segura y sostenible debe reconocer los derechos humanos fundamentales, el libre albedrío intrínseco de los seres vivos, la importancia de nuestra conexión con otros seres humanos y con nuestro entorno natural, una dimensión no física o espiritual y la importancia de la relación o interacción entre el profesional sanitario y el paciente o cliente.

Mediante el respeto del derecho humano a la autodeterminación, el profesional debe actuar como "guía", no como "dios", en la relación recíproca, aunque parcialmente asimétrica, en la que la mejora de la salud y, a menudo una retribución, se intercambia por conocimientos, experiencia y habilidades, así como por otros valores y virtudes de carácter. La información y la orientación del profesional ayudan al paciente o cliente a tomar una decisión con conocimiento de causa, acorde con sus puntos de vista, valores y preferencias particulares.

El presente código ético es respetuoso con la naturaleza espiritual inherente al individuo y con el sentido de conexión con una fuente superior. Como sugiere Seetharam (2013), la ética en la práctica médica no debe ser solo un código de conducta, sino también un "imperativo espiritual". Los códigos modernos de ética médica han perdido típicamente su "carácter divino" (Kalokairinou, 2011) y este código intenta corregir este desequilibrio, al tiempo que se esfuerza por hacerlo agnóstico tanto desde el punto de vista cultural como de las modalidades.

>>> Consulte el informe completo para ver las referencias.

 

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